Revisionismo helénico
Un mito griego para darle voz a quienes no la tienen. IKAPO / Un vuelo por los márgenes, la obra de Cirulaxia Teatro, en su 35.º aniversario, desata un contundente imaginario visual en donde la mitología es solo una cuestión de perspectiva.
Crónica
octubre 17, 2024 | Por Rodrigo Angelone
Voces de la banquina
Ícaro, el pibe que quiso volar más alto de lo que le daba el cuero (o, mejor dicho, la cera de la que estaban hechas sus alas) y pagó un altísimo precio por su osadía. La historia es sabida. La lección del mito griego es tan corta como el entendimiento que tenemos sobre él: cuidado con tu arrogancia porque puede cegarte ante tus propios límites. Pero los límites del mito son, justamente, los que son transgredidos en IKAPO / Un vuelo por los márgenes, puesta en escena del histórico grupo teatral cordobés, Cirulaxia Teatro.
Nietzsche alguna vez escribió: “No hay hechos, sólo interpretaciones”. Entonces, el manido mito griego quizá solo adolece de ser contado desde la perspectiva de los mismos protagonistas. En una de esas, sus insistentes voces, presuntas dueñas del relato, son en realidad lo que nos llevan a sacarle las mismas interpretaciones, una y otra vez.
Pero los tres aedos que nos dan la bienvenida al teatro y nos cuentan esta historia (José Luis de la Fuente, Víctor Acosta, Alejo Ruiz Michavila), en la puesta dirigida por Gastón Mori, parecen tener la clave para salir de esta encrucijada de mitos trillados y moralejas griegas: introducir nuevas perspectivas de personajes seculares.
¿Pero qué son los aedos? Vendrían a ser versiones griegas de lo que conocemos como “juglares”. Todos conocemos al más famoso de ellos, Homero. Estos helénicos juglares tienen por costumbre contar las épicas historias de los héroes y sus acciones, generalmente, conocidas por el público. Los aedos de IKAPO (que están muy lejos de tener la fama del, anteriormente mencionado, Homero. De hecho, solo uno tiene nombre de origen griego, el aedo Alejo) abordan el mito de Ícaro y sus alas con todo el escrutinio revisionista con el que Felipe Pigna aborda la historia fundacional argentina.
Si bien las voces de los protas de la historia se hacen escuchar en la puesta, tanto Ícaro como Dédalo, su padre, dan lugar (más por voluntad de los aedos revisionistas que por otra cosa) a las voces de otros que nunca las tuvieron. La premisa, entonces, nos es clara, darle voz a quien no la tiene: Náucrate, su madre esclava; Pérdix, el primo de Ícaro; Asterión, el minotauro del laberinto; y la trágica madre de la bestia, Pasífae, son algunos de los ejemplos.
Estas voces de los márgenes míticos no vienen, simplemente, a ser testimonio de los épicos hechos que les pasaron al lado. Su lugar en escena no se justifica por haber presenciado los hechos de Ícaro y su padre, sino que da cuenta de sus propias vidas. Sus voces, con la contundencia de un eco que se resiste a desaparecer, reverberan en las paredes de un teatro que escucha sus anhelos, vidas, amores y desgracias. No es casual que los aedos les dediquen, a cada uno de ellos, una escena que finalice con una suerte de reivindicación de la propia existencia de estos personajes; como si, al tener la chance de hacer escuchar sus voces, estas se resistieran a volver al silencio del que los aedos las han rescatado.
Entonces el mito se expande. Estalla en miles de esquirlas cargadas de sensibilidad que diluyen la tragedia del joven alado, no al restarle importancia, sino al cargarla de discursos que ponderan el amor, el perdón y la ternura. Estas voces, otrora incidentales, al ser puestas en primer plano, actualizan el helénico relato. De moralizante relato clásico, griego, deviene en testimonios de personajes que aman y sufren en un mundo que ha decidido olvidarlos.
De esta manera, uno se siente convocado desde otro lugar. Desde el anonimato de espectador, uno se siente más cerquita de estos personajes menos escuchados, ignorados por las ruedas de la historia, que de las grandes figuras trágicas. Los aedos de IKAPO nos invitan a volar en esta puesta en escena, y el plan de vuelo que se siente más cercano es el de las voces que cuentan su propia historia, que es la de tantos otros que no pueden hacerse escuchar.
Procedimientos de márgenes
El aedo no usurpa los cuerpos de los personajes al representarlos con su propio cuerpo. En cambio, les da voz en su canto. Hablan a través de él. En IKAPO, el aedo José, el aedo Víctor y el aedo Alejo nos sumergen en la historia, no a partir del canto, sino de procedimientos escénicos que comparten la condición marginal de las voces de esta historia: el teatro de sombras y de objetos.
El despliegue de materiales en escena es, verdaderamente, épico en su multiplicidad e ingenioso en sus formas de ejecución. Lo que deja maravillado a uno, casi hechizado por los efectos de luces y sombras que desfilan ante sus ojos, como si se tratara de un show de magia.
Los aedos hacen mutar de formas simples, y a la vez elegantes, los muñecos y máscaras sin apelar al ocultamiento de sus trucos y recursos. De esta manera, los espectadores, a medida que transcurre la obra, van siendo azuzados a pura fuerza de efecto de sombras y manipulación de objetos, por una corriente constante de maravilla y expectación, que deja a uno esperando qué será lo que los aedos tendrán preparado para la siguiente escena.
Los muñecos diseñados por Santiago Mateos con materiales y formas que denotan una primitiva crudeza (quizá adoptada por estos seres al haber vivido una eternidad en la banquina de la mitología), manipulados por las precisas manos de los aedos e iluminados, proyectados y retroproyectados por las hechiceras luces de Rafael Rodríguez se metamorfosean en figuras e imágenes tan gloriosas que son dignas de la más excelsa poética épica.
Si a esta caja de Pandora de muñecos, luces y sombras que se nos cierra y abre, que desata cada vez más impactantes efectos lumínicos, le sumamos el texto de Rodo Ramos que desborda ternura y humanidad por todos lados, IKAPO / Un vuelo por los márgenes se convierte en la maquinaria escénica de efectos mágicos y reivindicación histórica de voces silenciadas definitiva. Desde y a través de las sombras (terreno más que conocido por las voces silenciadas del mundo), nos conmueve cumpliendo, además, con la difícil tarea de hacerle decir, a un relato viejo, cosas nuevas. Ojalá, los personajes secundarios del mundo encuentren algún día a sus aedos revisionistas y sus voces se escuchen con la contundencia de un hermoso truco de magia.
Ficha técnica
En escena: José Luis de la fuente, Víctor Acosta y Alejo Ruiz Michavila.
Realización de Sombras y muñecos: Santiago Mateos.
Diseño lumínico: Rafael Rodríguez.
Diseño y realización escenográfica: Aníbal Arce.
Diseño Sonoro: Nicolás Archilla.
Dramaturgia: Rodo Ramos.
Asistencia de dirección: Josefina de la Fuente Muscara.
Dirección: Gastón Mori.
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